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20:20

Club de Lucha - David Fincher

Publicado por El Economista |

Conocida también como el club de la pelea, esta película cuenta la historia de un hombre superficialita y consumista, al estilo clásico, obsesionado por unos muebles bonitos, una vajilla hermosa, y una infinidad de artículos que creía lo estaban complementando como persona. Pero todo no podía ser perfecto. En medio de aquella obsesión posesiva se estaba cosechando un alma insatisfecha cansada de sentirse incompleta. Y allí, en medio del vacío existencial, un evento inesperado lo lleva a vivir con un hombre completamente distinto al él, su contrario, ajustó con conseguir lo mínimo, y con la idea de acabar con las clases sociales, y obsesionado con acabarse a golpes con cualquier desconocido que lo quiera golpear.

Ya enfocado a la película en sí, no puedo más que alabarla. Es una digna representación de las ideas originales del autor, ya que en la forma misma de las escenas hay ciertas discrepancias, como la escena en la que se conocen, o como el final mismo, aunque reitero que la esencia misma del final se mantiene, y tienen que verla y leer el libro para entenderlo. No pretendo dejarlos iniciados, pero contar mas es romper con el mismo misterio y encanto que tiene la historia.

La película, al igual que el libro, está narrada la mayor parte del tiempo en primera persona, y eso personifica mucho al espectador. La película está llena de cierto humor negro y escenas llamativas. No recomendada para menores ni para personas que no sean capaces de mantener la concentración por más de 30 minutos.

Suerte al que se decida a verla y a dar este gran paso directo al enamoramiento de una de las mejores películas de culto de la historia, y espero algún día, darme a golpes con el hombre que se dé cuenta que nunca será rico y que no será una estrella de rock.

Para finalizar, un párrafo del libro:

No eres tu trabajo, no eres tu cuenta corriente, no res el auto que tienes, tampoco el contenido de tu cartera, ni el de tus pantalones, lo que si eres es la mierda cantante y danzante del mundo. La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, y no lo seremos y con la vejez nos hemos de dar cuenta.

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