Cuándo crees que no hay opción siempre la última alternativa va a resurgir.
En ésta película Keanu Reeves interpreta a un joven abogado con una suerte particularmente especial en los juicios: nunca ha perdido un caso, y es esta suerte tan particular la que lo lleva a ser contratado por una de las mayores formas de abogados del mundo, donde John Milton, interpretado por Al Pacino, es el director, pero más que director, es el diablo en persona porque desde esa compañía dirige centenares de negocios que tienen que ver con toda clase de negocios oscuros.
La película es todo un hito, y es recordada siempre por todo aquel que tiene la oportunidad de verla. Cuenta con una historia simple, pero aplastante en la que llevan al personaje por un camino de rosas directo a la perdición, y la elección de personajes como de efectos para película son avasalladores, aunque no del todo buenos para una época con cien 3d digital.
Tiene un argumento limpio al resolver el problema de la manera más simple de todas: el suicido. Esto responde a la pregunta que planté al principio de este texto. ¿Qué puedes hacer cuando no hay nada más que hacer? Morirse, y si se lleva a algunos por delante, aun mejor.
Por último me queda recomendar esta película que es simplemente buena, y es de esas que uno recuerda cuando habla de películas con los amigos en la Universidad.
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