El Columnista

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Luego de unas cortas vacaciones productivas pero no muy merecidas en las hermosas llanuras de Colombia, regreso al mundo urbano al que estoy tan acostumbrado a vivir. Allá me desconecté completamente del mundo y de los problemas, y me dedique a solucionar los inconvenientes cotidianos donde lo peor que podía pasar era que la yuca saliera dura luego de sancocharla.

Por allá en esas lejanas tierras, la televisión por cable y los periódicos no se ven, lo más parecido a un canal decente son RCN y CARACOL televisión que llegan a la finquita por medio de una tapa de olla colocada en la parte más alta de la casona, pero que no veo porque el quehacer diario no dejaba tiempo para esas cosas. La radio si llega, pero anunciando las ferias y fiestas de todos los pueblos de la región luego de hacer un intermedio con canciones de Pipe Peláez o de La Pandilla de Rio Bravo, y de computadores si no hablemos.

Pero no todo fue tan bueno. Estar desconectado del planeta hizo que me diera un duro golpe al llegar a la ciudad, no sólo por el reciente terremoto que afectó al país más pobre de Latinoamérica es una tragedia, sino porque el maravilloso (), regordete y comunista vecino que tenemos sigue hablando más de la cuenta, provocando a medio mundo por sus declaraciones en los medios televisivos y radiales de nuestra hermana Venezuela. No hablaré de Haití, porque admito que lo único que sabía de ese país era que estaba lleno de negritos, así que ése tema se lo dejaré a los que saben, o quizás hable un poco de ellos, pero más adelante, cuando me informe de lo ocurrido.

La noticia que me sorprendió hablaba de que Chávez había pasado del dicho al hecho por medio de dos acciones, la primera de ellas era la de hacer cortes eléctricos en el país, para solucionar la crisis energética por la que estaban pasando, según mi opinión una medida idiota que afecta la producción del sector privado del destrozado país, al recortarles uno de los servicios indispensables para la producción, pero gracias a algún economista con los pies en la tierra, la medida fue echada atrás por lo menos para la capital.

El segundo acto fue un poco más idiota: la devaluación de la moneda venezolana.

La razón de tan descabellada medida se da por los bajos precios del petróleo que son la principal fuente de ingresos del país, y obviamente para mantener el actual nivel de gastos tan desbordados, es necesario tomar medidas que mantengan constantes los flujos de moneda extranjera al país.

La medida más fácil fue la devaluación del Bolívar Fuerte que para el país se traduce en recibir más Bolívares Fuertes a cambio del mismo barril de petróleo, por otro lado, los precios de las mercancías venezolanas al exterior se hacen más bajos y por consiguiente más competitivos, generando mayores ganancias a los productores. Por otro lado la devaluación encarece el precio de las mercancías importadas lo cual favorecería el consumo de las mercancías nacionales.

Suena bonito, pero la realidad es distinta. Una medida de este tipo es positiva en economías que son más exportadoras que importadoras, y el caso de Venezuela no es éste.

Los venezolanos importan la gran mayoría de sus productos de consumo, con lo cual un aumento de los precios de las mercancías importadas genera aumentos inflacionarios que se suman a la ya altísima inflación del 25%, una de las más altas del mundo. Esta medida afecta a la gran mayoría de trabajadores en el país, porque a pesar de que los salarios se ajustan dos veces al año, los asalariados son los que más sufren porque sus salarios alcanzan cada vez para menos. La otra cara de la moneda viene dada por el predecible aumento de los gastos del gobierno por las elecciones de septiembre, y por el aumento de los ingresos esperados del petróleo, lo cual se sigue sumando a la altísima inflación venezolana.

¿Qué este tipo de medidas le hace daño al pueblo venezolano? No importa, lo que importa son los ingresos del gobierno.

Pero detrás esto hay medidas que siguen impulsando su Socialismo del siglo XXI, puesto que la devaluación junto con las nuevas leyes que el gobierno acabó de emitir en las cuál se les prohíbe a los comerciantes aumentar sus precios, limitando las ganancias de los comerciantes, llevándolos a la quiebra inminente, con lo cual la nacionalización de empresas resultaría más sencilla para el gobierno. Debilitando el sector privado y fortaleciendo al Gobierno.

Dicen que cada quien es libre de hacer con su culo un candelero, el problema radica en querer hacer del culo de otros lo mismo. Que Venezuela siga por ese camino poco me importa porque a pesar de que las exportaciones a Venezuela son altas, la inversión extranjera en Colombia ha aumentado en parte porque la inversión que iba a parar a Venezuela está llegando en vía directa a Colombia, por lo cual se espera una mejora en la alanza de cambio colombiana. Lo que me resiente es que Chávez intente hacer del culito indio de Evo un lanzallamas.


Juan Carlos Castañeda Mondragón

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