Una canción tocada en 6 tiempos, con 6 instrumentos
musicales, cada uno para su propia sección, a su ritmo y su melodía, cortada a
la mitad para dar paso a la siguiente, conformando en su conjunto una pieza
maestra. Así lo define el propio
Mitchell; yo discrepo en cuanto a lo de pieza maestra.
El libro trata de 6 historias individuales (sí, ya sé que lo
habrán leído en muchas páginas) que a la mitad se cortan e inician con una
nueva historia, en la que al llegar a la sexta, empieza a cerrar una a una en
el orden inverso en el que las fue abriendo. En fin, todo un reto para el autor…
y para el lector.
De haber sabido que las historias estaban tan nulamente
entrelazadas, más que por la alegoría al bien y al mal, y a que el fuerte
siempre se aprovecha del más débil, y que solo la primera y la quita historia
son las únicas buenas, y eso porque la primera también se queda corta con ese
final, no lo hubiera empezado. La única
razón por la que intenté acabarlo fue que cuando la historia se empezó a tornar
aburridora, empezó otra, y siempre me decía: ‘que ésta sea mejor’. Cuando iba a la mitad del libro me dije: ‘ojalá
esta historia acabe bien’, y cuando terminé esta afirmé: ‘ojalá la siguiente
acabe mejor’, hasta que me terminé el libro y quedé con un vacío de que solo
había leído pequeños cuentos, como 12
cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez, en parte porque es
completamente indigerible la ingente cantidad de personajes y en parte porque
no es un libro en su conjunto como el autor lo promete.
De las seis historias hay dos que me parecieron
terriblemente aburridoras: Cartas de
Zedelghem, y El Tremendo Calvario de
Timothy Cavendish, pueden ser omitidas sin dificultad, dos medio aburridoras:
Vidas a medias y El cruce de Sloosha y toda la vaina, que pueden ser leídas si se
está muy muy muy muy muy aburrido, y dos que son salvables: El diario del Pacífico de Adam Ewing que también tiene sus ratos malos y La antífona de Sonmi-456, que es la historia
que salva el libro. Sin ésta última
historia habría considerado este libro como el rollo de papel higiénico más
caro de mi vida. Si quieres puedes leer estas dos últimas y cerrar el libro y
quedarte con la impresión de que el autor es un genio, o leer las seis, y
quedar con la misma sensación de que puede haber leído un libro mejor en el mismo
tiempo.
¿Pero debe tener una parte buena, cierto? Sí, y es la forma en la que narra cada
historia, ya sea porque una es un diario, otra es una serie de cartas, otra es
un interrogatorio, y esto deja de donde escoger.
En fin. No se pierden
nada. Si desean leerlo, les aconsejo
irse a su biblioteca más cercana y buscarlo allí, se ahorraran un dinero, si no
desean leerlo, los felicito, porque se han salvado de desperdiciar una cantidad
de tiempo que es muy valioso en estos días.
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